Menú

MARIA MARTOCCIA
CAMPO SANTO
BEATRIZ VITERBO EDITORA

Páginas: 156
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789508454423

Una reconocida funeral home neoyorkina advierte a su clientela que la escritura de obituarios persigue un propósito esencial, desencadenar el lamento por no haber tenido la oportunidad de conocer a esa persona que lo protagoniza. Los relatos de Campo Santo absorben esa condición y van un paso más allá, desmenuzan el género y lo invierten; la voz que les insufla María Martoccia se hace oído para dar paso a las hablas que invocan o conjuran la accidental fortuna de los muertos, voces que los relatan para que se queden un poco más de este lado o se vayan de una buena vez. Hablas que extraen, no sin petulancia quirúrgica, esbozos biográficos, antojadizos mecanismos de fábula, relatos increíbles de vidas insepultas, hipótesis trastornadas, homenajes subrepticios: trascendencias que sólo la literatura, como acontece en este libro inmenso, es capaz de pronunciar. Carlos Ríos Hay momentos (pero esos momentos son muchos) en los que María Martoccia parece estar buscando el núcleo primigenio, suponiendo que lo hubiera, del arte de narrar. Es lo que se diría que alcanza con su esmerado clasicismo, con su intencional falta de alardes. Por eso sus textos abundan en viajeros, en pueblos chicos plagados de chismes, en secretos por develar, en silencios que se escrutan: para dar con las instancias concretas que derivan en simplemente narrar (aunque no en narrar simplemente). Ocurre en las novelas y los cuentos de María Martoccia, y tanto más en Campo Santo, que está compuesto por relatos breves. Martoccia da con esa clave: la que inscribe la narración, no en lo vivido, sino en lo atisbado; no en lo que se sabe, sino en lo que se conjetura; no en lo que se atestigua, sino en lo que se entrevé. De manera que, al narrar, no se cuenta con otra certeza que la que el acto mismo de narrar procura. Claro que esa certeza es feliz y es suficiente, tanto para la escritura de María Martoccia como para cada uno de sus lectores posibles. Martín Kohan

CAMPO SANTO

$21.600
Envío gratis superando los $50.000
CAMPO SANTO $21.600
Entregas para el CP:

Medios de envío

  • Paradoxa Libros Mendoza 923, Rosario, Santa Fe

    Gratis
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

MARIA MARTOCCIA
CAMPO SANTO
BEATRIZ VITERBO EDITORA

Páginas: 156
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789508454423

Una reconocida funeral home neoyorkina advierte a su clientela que la escritura de obituarios persigue un propósito esencial, desencadenar el lamento por no haber tenido la oportunidad de conocer a esa persona que lo protagoniza. Los relatos de Campo Santo absorben esa condición y van un paso más allá, desmenuzan el género y lo invierten; la voz que les insufla María Martoccia se hace oído para dar paso a las hablas que invocan o conjuran la accidental fortuna de los muertos, voces que los relatan para que se queden un poco más de este lado o se vayan de una buena vez. Hablas que extraen, no sin petulancia quirúrgica, esbozos biográficos, antojadizos mecanismos de fábula, relatos increíbles de vidas insepultas, hipótesis trastornadas, homenajes subrepticios: trascendencias que sólo la literatura, como acontece en este libro inmenso, es capaz de pronunciar. Carlos Ríos Hay momentos (pero esos momentos son muchos) en los que María Martoccia parece estar buscando el núcleo primigenio, suponiendo que lo hubiera, del arte de narrar. Es lo que se diría que alcanza con su esmerado clasicismo, con su intencional falta de alardes. Por eso sus textos abundan en viajeros, en pueblos chicos plagados de chismes, en secretos por develar, en silencios que se escrutan: para dar con las instancias concretas que derivan en simplemente narrar (aunque no en narrar simplemente). Ocurre en las novelas y los cuentos de María Martoccia, y tanto más en Campo Santo, que está compuesto por relatos breves. Martoccia da con esa clave: la que inscribe la narración, no en lo vivido, sino en lo atisbado; no en lo que se sabe, sino en lo que se conjetura; no en lo que se atestigua, sino en lo que se entrevé. De manera que, al narrar, no se cuenta con otra certeza que la que el acto mismo de narrar procura. Claro que esa certeza es feliz y es suficiente, tanto para la escritura de María Martoccia como para cada uno de sus lectores posibles. Martín Kohan