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AGUSTIN ZALAZAR
RESTOS DIURNOS, LOS
METROPOLIS

Páginas: 228
Formato:
Peso: 0.35 kgs.
ISBN: 9786316505354

De forma repentina e inexplicable, una parte de la población mundial se queda dormida mientras que otra se vuelve insomne. El Sueño convierte la vida en un pesadillesco presente continuo para quienes quedan despiertos. Será el telón de fondo para contar cinco historias que transcurren en distintos países. La de Audrey, en Estados Unidos, a quien se le duermen su esposo y sus tres hijos. La de Bárbara, en Ciudad de México, que queda insomne junto con su novia, con quien descubre que necesita comer una segunda cena de madrugada y empiezan a cocinarla para otros insomnes. La de Emily, en Londres, que cambia las raves de música electrónica y MDMA por fiestas en las que la gente se junta a verse dormir. La historia de Hiroshi, en Tokio, quien ya no necesita dormir y por eso trabaja veinte horas diarias de corrido. Y la de Sebastián, en Buenos Aires, quien trabaja en una casa de sueño, una especie de geriátrico donde la gente manda a sus durmientes para que los cuiden porque nadie sabe muy bien qué hacer con ellos. Estas historias nunca se cruzan, pero se imitan y se espejan: todas cuentan las mismas pérdidas y similares maneras de sobrevivencia. Y en todas están el sueño, el dormir, la vigilia, el soñar, el despertar, el insomnio, que en sus diversas formas atraviesan la novela.

RESTOS DIURNOS, LOS

$25.000
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RESTOS DIURNOS, LOS
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ISBN: 9786316505354

De forma repentina e inexplicable, una parte de la población mundial se queda dormida mientras que otra se vuelve insomne. El Sueño convierte la vida en un pesadillesco presente continuo para quienes quedan despiertos. Será el telón de fondo para contar cinco historias que transcurren en distintos países. La de Audrey, en Estados Unidos, a quien se le duermen su esposo y sus tres hijos. La de Bárbara, en Ciudad de México, que queda insomne junto con su novia, con quien descubre que necesita comer una segunda cena de madrugada y empiezan a cocinarla para otros insomnes. La de Emily, en Londres, que cambia las raves de música electrónica y MDMA por fiestas en las que la gente se junta a verse dormir. La historia de Hiroshi, en Tokio, quien ya no necesita dormir y por eso trabaja veinte horas diarias de corrido. Y la de Sebastián, en Buenos Aires, quien trabaja en una casa de sueño, una especie de geriátrico donde la gente manda a sus durmientes para que los cuiden porque nadie sabe muy bien qué hacer con ellos. Estas historias nunca se cruzan, pero se imitan y se espejan: todas cuentan las mismas pérdidas y similares maneras de sobrevivencia. Y en todas están el sueño, el dormir, la vigilia, el soñar, el despertar, el insomnio, que en sus diversas formas atraviesan la novela.