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FRANCISCO MAGALLANES
PALOMAR, EL
CLUB HEM

Páginas: 80
Formato: 20 X 14 CM
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789873746505

Monólogo, diálogo sordo, fluir de la conciencia al mejor estilo modernista, El Palomar nos trae el amor de la voz que habla por la Ranita de Flequillo y sus planes junto al Flaquito y el Arveja para dar el salto y zafar de vivir entre Camisas, Hilachas y Fiscales. La historia está suspendida por el mundo de una remisería (“La primavera”, otro gran nombre), algo que Magallanes conoce (ya lo había tramado en su libro de relatos Los impuntuales) pero en este caso está desbordado tanto por las pertenencias y los escenarios como por los descontroles (la barra de GELP, una misa ricotera, uno de los megashow de los Rolling Stone en el Estadio Único). La apertura, además, se da fundamental y originalmente en el lenguaje de El Palomar. Así, por momentos el texto se vuelve poema (notaciones gráficas guían el ritmo que late al interior de la lectura) y subvierte la gauchesca vernácula en la mejor tradición de las mejores vanguardias. La paradoja de calificar un gesto de este tipo no es ingenua: El Palomar es una gran novela que atrapa hasta la última página, aunque sepamos que los protagonistas, esas “almas violentadas por un sistema político y económico que no los contiene”, como señala Mario Arteca en el prólogo, están condenados de entrada.”

PALOMAR, EL

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Monólogo, diálogo sordo, fluir de la conciencia al mejor estilo modernista, El Palomar nos trae el amor de la voz que habla por la Ranita de Flequillo y sus planes junto al Flaquito y el Arveja para dar el salto y zafar de vivir entre Camisas, Hilachas y Fiscales. La historia está suspendida por el mundo de una remisería (“La primavera”, otro gran nombre), algo que Magallanes conoce (ya lo había tramado en su libro de relatos Los impuntuales) pero en este caso está desbordado tanto por las pertenencias y los escenarios como por los descontroles (la barra de GELP, una misa ricotera, uno de los megashow de los Rolling Stone en el Estadio Único). La apertura, además, se da fundamental y originalmente en el lenguaje de El Palomar. Así, por momentos el texto se vuelve poema (notaciones gráficas guían el ritmo que late al interior de la lectura) y subvierte la gauchesca vernácula en la mejor tradición de las mejores vanguardias. La paradoja de calificar un gesto de este tipo no es ingenua: El Palomar es una gran novela que atrapa hasta la última página, aunque sepamos que los protagonistas, esas “almas violentadas por un sistema político y económico que no los contiene”, como señala Mario Arteca en el prólogo, están condenados de entrada.”