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NELSON GUSTAVO SPECCHIA
MAPAS SE DIBUJAN EN EL AGUA, LOS
BARNACLE

Páginas: 164
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789878952741

Nelson Specchia en Los mapas se dibujan en el agua retrata con una prosa firme y despojada de cualquier adorno, la historia de una familia, es decir, la historia de un mundo, la voz de alguien que decide contarlo, según lo recuerda o se lo contaron, en una lengua inevitablemente ajena (Todo eso nos contaron, nos contaba el Tío Viejo y la Mamá, una, diez, cien veces, todo. Aprendan, nos decían. Recuerden, nos decían). Y en ese trance recorre también la historia de esta dulce tierra: la inmigración de comienzos del siglo pasado, hombres y mujeres escapando del hambre, la guerra y la muerte; sus constantes traslados y trabajos hasta emplazarse en el norte inhóspito (entonces y ahora), en ese pedazo de selva perdida en medio del trópico chaqueño; la añoranza de Italia, las mudanzas, los negocios (porque los protagonistas de esta historia, finalmente lograrían, mediante el comercio de automóviles, tractores y víveres, una posición mercantil cómoda). Durante el relato se menciona una maldición que perseguía al clan, materializado a través de malas o apresuradas decisiones que los ponían en aprietos ante la economía, los diversos modos de rupturas de la vida social y política o la violencia permanente, atestiguada, palpable, impune. (¿Y vos sabés lo que quiere decir Napalpí, así, en la lengua de ellos, en la lengua de los tobas?, se lo dijo el cacique Paulito al Tío Viejo: quiere decir Tierra donde muere la gente.) Si los dioses tejen desventuras para que los hombres las canten, en la presente novela el narrador busca recobrar el tiempo ido y la imposibilidad más fatal, la de nombrar la tragedia, la muerte, la desaparición forzada de un hijo. Un largo periplo de voces, nombres y horas en pos de constatar que no está hundido y quieto un corazón todavía, aunque todos los recuerdos terminen igual (Uno es de donde está: los mapas se dibujan en el agua y por donde pasa la canoa no deja huella).

MAPAS SE DIBUJAN EN EL AGUA, LOS

$25.000
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BARNACLE

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Nelson Specchia en Los mapas se dibujan en el agua retrata con una prosa firme y despojada de cualquier adorno, la historia de una familia, es decir, la historia de un mundo, la voz de alguien que decide contarlo, según lo recuerda o se lo contaron, en una lengua inevitablemente ajena (Todo eso nos contaron, nos contaba el Tío Viejo y la Mamá, una, diez, cien veces, todo. Aprendan, nos decían. Recuerden, nos decían). Y en ese trance recorre también la historia de esta dulce tierra: la inmigración de comienzos del siglo pasado, hombres y mujeres escapando del hambre, la guerra y la muerte; sus constantes traslados y trabajos hasta emplazarse en el norte inhóspito (entonces y ahora), en ese pedazo de selva perdida en medio del trópico chaqueño; la añoranza de Italia, las mudanzas, los negocios (porque los protagonistas de esta historia, finalmente lograrían, mediante el comercio de automóviles, tractores y víveres, una posición mercantil cómoda). Durante el relato se menciona una maldición que perseguía al clan, materializado a través de malas o apresuradas decisiones que los ponían en aprietos ante la economía, los diversos modos de rupturas de la vida social y política o la violencia permanente, atestiguada, palpable, impune. (¿Y vos sabés lo que quiere decir Napalpí, así, en la lengua de ellos, en la lengua de los tobas?, se lo dijo el cacique Paulito al Tío Viejo: quiere decir Tierra donde muere la gente.) Si los dioses tejen desventuras para que los hombres las canten, en la presente novela el narrador busca recobrar el tiempo ido y la imposibilidad más fatal, la de nombrar la tragedia, la muerte, la desaparición forzada de un hijo. Un largo periplo de voces, nombres y horas en pos de constatar que no está hundido y quieto un corazón todavía, aunque todos los recuerdos terminen igual (Uno es de donde está: los mapas se dibujan en el agua y por donde pasa la canoa no deja huella).