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PACO ROCA
JUEGO LUGUBRE, EL
ASTIBERRI EDICIONES

Páginas: 80
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788415163589

Estamos en 1936, tiempo de agitación artística y política. El fascismo cada vez tiene más fuerza en Europa. En España, la guerra civil está a punto de estallar. Jonás deja Madrid y viaja a Cadaqués (Girona) en busca de un lugar tranquilo, pero un ambiente de misterio envuelve el pequeño pueblo pesquero. Sus habitantes están atemorizados por el pintor que vive en la playa de Port Lligat. Salvador Deseo, el pintor surrealista catalán, atraviesa su etapa creativa más excéntrica y genial. Necesita de la tierra de Cap de Creus para pintar. Y según descubrirá Jonás en los días que pasará en su casa, también necesita de sus gentes para dar forma a sus pesadillas... Con ciertos paralelismos en la trama en homenaje al Drácula de Bram Stoker, Paco Roca persigue sembrar cierta inquietud en el lector con este trabajo: El terror es muy difícil de hacer en un cómic, sin embargo hay una historieta, La caída de la casa Usher, la adaptación de Richard Corben del célebre relato de Poe, que le dejó profundamente impactado; Roca se propuso como reto, no tanto producir miedo, sino conseguir al menos esa inquietud que Corben transmitía, según apunta a Koldo Azpitarte en Senderos (Laukatu, 2009), el completo libro sobre la trayectoria del autor valenciano. Paco Roca, Premio Nacional del Cómic 2008 con Arrugas, ha considerado dar forma definitiva a una de sus obras de referencia, El juego lúgubre, con una edición en bitono negro y rojo, una nueva rotulación, formato 17 por 24 centímetros y un epílogo añadido por el propio dibujante que se suma al prólogo que ya vio la luz en la edición en blanco y negro de 2001 (La Cúpula) y que, seis años después, se editó en color (Dolmen) en formato francobelga. Desdibujada la línea que separa delirio de realidad, Roca juega con el lector a placer, haciendo avanzar una anécdota por inusitados terrenos en los que su preciso grafismo sirve de ajustado vehículo a las necesidades de la narración y se erige como un artista capaz de dejarse imbuir de un pretérito surrealismo para poder llevar a cabo todas aquellas apariciones del pintor. Sergio Benítez

JUEGO LUGUBRE, EL

$28.590
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ASTIBERRI EDICIONES

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ISBN: 9788415163589

Estamos en 1936, tiempo de agitación artística y política. El fascismo cada vez tiene más fuerza en Europa. En España, la guerra civil está a punto de estallar. Jonás deja Madrid y viaja a Cadaqués (Girona) en busca de un lugar tranquilo, pero un ambiente de misterio envuelve el pequeño pueblo pesquero. Sus habitantes están atemorizados por el pintor que vive en la playa de Port Lligat. Salvador Deseo, el pintor surrealista catalán, atraviesa su etapa creativa más excéntrica y genial. Necesita de la tierra de Cap de Creus para pintar. Y según descubrirá Jonás en los días que pasará en su casa, también necesita de sus gentes para dar forma a sus pesadillas... Con ciertos paralelismos en la trama en homenaje al Drácula de Bram Stoker, Paco Roca persigue sembrar cierta inquietud en el lector con este trabajo: El terror es muy difícil de hacer en un cómic, sin embargo hay una historieta, La caída de la casa Usher, la adaptación de Richard Corben del célebre relato de Poe, que le dejó profundamente impactado; Roca se propuso como reto, no tanto producir miedo, sino conseguir al menos esa inquietud que Corben transmitía, según apunta a Koldo Azpitarte en Senderos (Laukatu, 2009), el completo libro sobre la trayectoria del autor valenciano. Paco Roca, Premio Nacional del Cómic 2008 con Arrugas, ha considerado dar forma definitiva a una de sus obras de referencia, El juego lúgubre, con una edición en bitono negro y rojo, una nueva rotulación, formato 17 por 24 centímetros y un epílogo añadido por el propio dibujante que se suma al prólogo que ya vio la luz en la edición en blanco y negro de 2001 (La Cúpula) y que, seis años después, se editó en color (Dolmen) en formato francobelga. Desdibujada la línea que separa delirio de realidad, Roca juega con el lector a placer, haciendo avanzar una anécdota por inusitados terrenos en los que su preciso grafismo sirve de ajustado vehículo a las necesidades de la narración y se erige como un artista capaz de dejarse imbuir de un pretérito surrealismo para poder llevar a cabo todas aquellas apariciones del pintor. Sergio Benítez