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MARTIN GRASSI
DIOS DE LOS LADRONES, EL
SB EDITORIAL

Páginas: 140
Formato: 23 X 16 CM
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789878384702

El dios Hermes, figura que está presente en la hermenéutica como movimiento filosófico centrado en la interpretación, es un dios complejo, un dios que está a cargo de la comunicación y que, por ello, oficia de patrono de los viajeros, los comerciantes, y también de los ladrones. Lo propio de este dios es, por ello, su impropiedad, el hecho de carecer de pertenencias, el hecho de carecer de territorio sobre el que sea soberano. Lo propio de este dios es estar siempre en el espacio inter-medio, allí donde se da el juego de las apropiación, desapropiaciones y reapropiaciones; es decir, en el espacio del comercio. El presente ensayo busca explotar esta figura de Hermes como "dios de los ladrones" y atender a la dimensión última de toda significación, que es estar brindada al infinito comercio del lenguaje, al interminable juego de las inter-textualidades. Si la hermenéutica encuentra en Hermes su figura mítica es porque este dios se regocija en este incesante inter-cambio, en el que la palabra y la significación no pueden detentarse como propias, no pueden ser apropiadas completamente, y deben ser continuamente desapropiadas para garantizar el juego y el pase de uno al otro, es decir, el diálogo.

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El dios Hermes, figura que está presente en la hermenéutica como movimiento filosófico centrado en la interpretación, es un dios complejo, un dios que está a cargo de la comunicación y que, por ello, oficia de patrono de los viajeros, los comerciantes, y también de los ladrones. Lo propio de este dios es, por ello, su impropiedad, el hecho de carecer de pertenencias, el hecho de carecer de territorio sobre el que sea soberano. Lo propio de este dios es estar siempre en el espacio inter-medio, allí donde se da el juego de las apropiación, desapropiaciones y reapropiaciones; es decir, en el espacio del comercio. El presente ensayo busca explotar esta figura de Hermes como "dios de los ladrones" y atender a la dimensión última de toda significación, que es estar brindada al infinito comercio del lenguaje, al interminable juego de las inter-textualidades. Si la hermenéutica encuentra en Hermes su figura mítica es porque este dios se regocija en este incesante inter-cambio, en el que la palabra y la significación no pueden detentarse como propias, no pueden ser apropiadas completamente, y deben ser continuamente desapropiadas para garantizar el juego y el pase de uno al otro, es decir, el diálogo.