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CECILIA DE MICHELE
CRECIENTE, LA
PERFEITO

Páginas: 56
Formato: 17 x 14 cm.
Peso: 0.15 kgs.
ISBN: 9789878869810

Fotos y puñales se clavarán tierna y solapadamente en el tercer ojo de quien aborde La creciente.Si saben viajar leyendo, podrán ver en estos versos punzantes un paisaje litoral que salpica. Ceci tira la bomba verbal, corre en dirección contraria y le pregunta cosas al poema. Lo que el poema responde es implosión y hazaña. Anabel Martin ................................. La creciente en el patio donde me crié el viento amontona las hojas secas crujen mientras las moscas giran y zumban. hace calor y el aire se espesa acá afuera. las flores están abiertas otras podridas o medio muertas, con mi hermano pensamos en nuestros padres en cuando ellos también mueran. el último tiempo pude aceptar tanto como no hubiese querido, lo logré negociando conmigo y con mucho esfuerzo mastiqué hasta tragar. no es fácil moderar los rencores cambiar de zapatos, volverse tibia. pero alcancé a ser turista observadora neutral de un tiempo que se aplana llegando a detenerse. en la casa oscurecida vacía en plena siesta suena el teléfono fijo y se pierde. todo nos fue dado y es difícil recibirlo abrazar este río, entender la creciente como un retorno que siempre se lleva y nos devuelve algo.

CRECIENTE, LA

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Fotos y puñales se clavarán tierna y solapadamente en el tercer ojo de quien aborde La creciente.Si saben viajar leyendo, podrán ver en estos versos punzantes un paisaje litoral que salpica. Ceci tira la bomba verbal, corre en dirección contraria y le pregunta cosas al poema. Lo que el poema responde es implosión y hazaña. Anabel Martin ................................. La creciente en el patio donde me crié el viento amontona las hojas secas crujen mientras las moscas giran y zumban. hace calor y el aire se espesa acá afuera. las flores están abiertas otras podridas o medio muertas, con mi hermano pensamos en nuestros padres en cuando ellos también mueran. el último tiempo pude aceptar tanto como no hubiese querido, lo logré negociando conmigo y con mucho esfuerzo mastiqué hasta tragar. no es fácil moderar los rencores cambiar de zapatos, volverse tibia. pero alcancé a ser turista observadora neutral de un tiempo que se aplana llegando a detenerse. en la casa oscurecida vacía en plena siesta suena el teléfono fijo y se pierde. todo nos fue dado y es difícil recibirlo abrazar este río, entender la creciente como un retorno que siempre se lleva y nos devuelve algo.