Menú

STEFAN ZWEIG
CARTA DE UNA DESCONOCIDA
EDICIONES GODOT

Páginas: 112
Formato: 20 x 13 cm.
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789878413204

En el día de su cumpleaños, el famoso novelista R. vuelve de un retiro en las montañas. Al llegar a su casa, entre toda la correspondencia, encuentra una carta con el siguiente encabezamiento: “A vos, que nunca me conociste”. De ahí en más, la confesión de una mujer, un amor imposible nacido desde la infancia, una fascinación en silencio y una devoción no correspondida se van develando de a poco en esa carta no exenta de sorpresas. Mi hijo murió ayer. Durante tres días y tres noches me estuve batiendo con la muerte tratando de salvar esta pequeña y tierna vida, durante cuarenta horas estuve sentada junto a su cama, mientras la gripe sacudía su pobre cuerpo ardiente de fiebre. Era nuestro hijo, querido, el fruto de mi amor consciente y de tu descuidada, derrochadora y casi inconsciente ternura, nuestro niño, nuestro hijo, nuestro único hijo.

CARTA DE UNA DESCONOCIDA

$21.999
Envío gratis superando los $50.000
CARTA DE UNA DESCONOCIDA $21.999
Entregas para el CP:

Medios de envío

  • Paradoxa Libros Mendoza 923, Rosario, Santa Fe

    Gratis
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

STEFAN ZWEIG
CARTA DE UNA DESCONOCIDA
EDICIONES GODOT

Páginas: 112
Formato: 20 x 13 cm.
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789878413204

En el día de su cumpleaños, el famoso novelista R. vuelve de un retiro en las montañas. Al llegar a su casa, entre toda la correspondencia, encuentra una carta con el siguiente encabezamiento: “A vos, que nunca me conociste”. De ahí en más, la confesión de una mujer, un amor imposible nacido desde la infancia, una fascinación en silencio y una devoción no correspondida se van develando de a poco en esa carta no exenta de sorpresas. Mi hijo murió ayer. Durante tres días y tres noches me estuve batiendo con la muerte tratando de salvar esta pequeña y tierna vida, durante cuarenta horas estuve sentada junto a su cama, mientras la gripe sacudía su pobre cuerpo ardiente de fiebre. Era nuestro hijo, querido, el fruto de mi amor consciente y de tu descuidada, derrochadora y casi inconsciente ternura, nuestro niño, nuestro hijo, nuestro único hijo.