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AUGUST STRINGBERG
CAMARADAS, LOS / EL PADRE / SEÑORITA JULIA / ACREEDORE
LOSADA

Páginas: 296
Formato: 22 x 14 cm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789500363341

Cuatro piezas fundamentales del gran dramaturgo sueco August Strindberg: El padre (1887), Los camaradas (1888), La señorita Julia (1888) y Acreedores (1888-1890). Impregnadas de la perspectiva cientificista del naturalismo, estas obras lo trascienden a partir de la singular lucidez del escritor, quien llegó a escribir al respecto: “¿No es posible una emancipación del arte, un renacimiento, una liberación de las terribles reglas que están empezando a hacer desgraciada a la gente, las cuales quieren convertir el teatro en un foro político, una escuela dominical o una iglesia? ¡Quizá! Podemos tener un teatro, donde uno pueda estremecerse ante lo más horrible y reír ante lo ridículo: donde uno pueda verlo todo y no ofenderse si ve lo que está escondido tras los velos teológicos y estéticos; donde se rompan las leyes de los convencionalismos. ¡Podemos tener un teatro donde uno tenga libertad para todo, excepto libertad para carecer de talento, ser hipócrita o ser tonto! ¡Y si no tuviéramos tal teatro, probablemente procuraríamos hacerlo nacer de cualquier forma!”.

CAMARADAS, LOS / EL PADRE / SEÑORITA JULIA / ACREEDORE

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CAMARADAS, LOS / EL PADRE / SEÑORITA JULIA / ACREEDORE
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Cuatro piezas fundamentales del gran dramaturgo sueco August Strindberg: El padre (1887), Los camaradas (1888), La señorita Julia (1888) y Acreedores (1888-1890). Impregnadas de la perspectiva cientificista del naturalismo, estas obras lo trascienden a partir de la singular lucidez del escritor, quien llegó a escribir al respecto: “¿No es posible una emancipación del arte, un renacimiento, una liberación de las terribles reglas que están empezando a hacer desgraciada a la gente, las cuales quieren convertir el teatro en un foro político, una escuela dominical o una iglesia? ¡Quizá! Podemos tener un teatro, donde uno pueda estremecerse ante lo más horrible y reír ante lo ridículo: donde uno pueda verlo todo y no ofenderse si ve lo que está escondido tras los velos teológicos y estéticos; donde se rompan las leyes de los convencionalismos. ¡Podemos tener un teatro donde uno tenga libertad para todo, excepto libertad para carecer de talento, ser hipócrita o ser tonto! ¡Y si no tuviéramos tal teatro, probablemente procuraríamos hacerlo nacer de cualquier forma!”.